“Un día comprendí que sí quería una vida mejor para mí tenia que aprender a vivir. No sólo a ganarme la vida, sino a vivir. Y decidí que iniciar este programa era una muestra de mi compromiso conmigo misma. Lo hice por mi y para mí. Sólo y exclusivamente por mí y para mí.

Mi vida se había descompensado mucho hacia lo profesional y quería re-equilibrarla. No quería tener todos los huevos de mi felicidad en una sola cesta, quería diversificar mis inversiones en felicidad futura.

Me beneficié en todas las áreas de mi vida, aunque en distintas medidas. Unas áreas fueron alimentando a otras, como en un domino de flores que se van abriendo.

En mi caso, primero se abrió la buganvilla social, después la margarita familiar, después la rosa profesional y así sucesivamente...todas estas experiencias acumuladas hacen un bonito jardín que me gusta contemplar y cuidar y para seguir con esta evolución. Estoy segura que lo aprendido me servirá para hacer florecer mi orquídea.

El programa con Diana me abrió la mente a una nueva forma de interpretar la realidad, la vida.

Es como si hasta entonces para mí la vida hubiera sido una película de dos dimensiones y de repente ahora la viviera en 3D.

Diana tiene un radar para detectar dónde y cuándo me engaño a mi misma, cuándo hablan mis miedos y no mi verdadero yo. Se da cuenta antes incluso de que yo sea siquiera consciente.

Ella ha sido exactamente la guía que yo necesitaba para aprender sobre mí misma."

Alegría Alcalá

Escritora - Vietnam

“ Me gustó mucho poder ver mi vida como si estuviera viendo un mapa y así poder identificar en que momento estaba y dónde había desequilibrios en mis áreas. Nunca había tenido la iniciativa de observar cada una de las áreas de mi vida y analizarlas a fondo.

Con este programa, Diana me ayudó a revisar todo lo que funcionaba y lo que no, para así visualizar cómo evolucionar en cada aspecto de mi vida.

Este programa de coaching era lo que yo estaba necesitando en ese momento de mi vida. Aprendí a darle importancia a todas las áreas de mi vida, lo que me ayudó en general porque me equilibró.

Diana es una persona muy integra, tiene mucha paciencia para llevar el proceso, es muy directa y concisa en todo. Su apoyo con este coaching fue muy grande.

¡Fue una excelente decisión tomar este programa ya que me ayudó bastante a ver la vida de otra forma!”

Andrés Hernández

Fotógrafo - N.Y. USA

“Lo que mas me gustó de el programa es que es una especie de guía de vida, la cual tiene pasos a seguir, tareas que completar, esfuerzos que hacer, compromisos que mantener y obstáculos que vencer.

Seguir este programa, paso a paso, es como ser llevado de la mano de un maestro que camina junto a ti para hacerte sentir reforzado, pero al mismo tiempo te empuja a hacer el esfuerzo a ti mismo para que puedas entender mejor y ver con claridad tu propio camino.

El programa se vuelve en sí un estilo de vida, un ejercicio que debe ser practicado todos los días para lograr un balance en nuestras vidas y vivir en armonía. Nos da las bases para poder crear una fundación sólida desde la cual podamos construir nuestros sueños y verlos crecer sin ser fácilmente derrumbados.

Es un programa que me ha ayudado a conocerme mejor a mi misma, a ser capaz de observarme desde fuera y así poder analizarme y entender mejor el porqué de mis actos y pensamientos, al tener este entendimiento con uno mismo, es cuando el camino se abre, la mente se despeja y los milagros ocurren.

Mis beneficios al seguir este programa han sido muy amplios porque cubren todos los aspectos de mi vida, la cual, estaba totalmente en des-balance. He aprendido a encontrar armonía entre mi ser interior y mi ser exterior, logrando así un equilibrio entre mis sueños y mi realidad, lo cual me permite fluir en el presente, construyendo un camino sólido y bien reforzado para el futuro.

Mi vida ha cambiado por completo con el programa, ahora llevo una vida mucho más completa y mucho más satisfactoria. Me siento más consciente y en control de mi ser, me siento con más confianza en mí misma, más firme y decidida.

Decidí iniciar este programa porque sentí que estaba tocando fondo y no había manera de salir de ahí yo sola. Mi vida estaba completamente dispersa, sin sentido, ni dirección.

Diana para mí ha sido un milagro en mi vida. Es como mi hermana, mi mamá, mi amiga, mi maestra y mi guía.

Diana es la creadora de este programa y es la persona que camina junto a ti para ayudarte, te empuja a ser tú el que realices los pasos para que se vuelvan familiares y los sepas llevar a cabo para toda tu vida. Diana te brinda las herramientas, te muestra cómo funcionan y te motiva a usarlas para construir tus propios sueños.

Hosanna de Linares

Instructora de Pilates - México

“Este programa me dió claridad, dirección y aprendí a confiar en mi como nuca lo había echo antes.

Mi vida a dado un giro total, ahora me siento viviendo más el presente sin tener que controlar todas la situaciones, sino más bien confiando que todo esta en perfecto orden, confiando y dando lo mejor de mi.

Me motivé a empezar este programa pues me encontraba en una situación conflictiva y dónde me veía sin salida. Me sentía deprimida, enojada con muchas situaciones y sin dirección.

Encuentro muchas cualidades en Diana, pero algo que se destaca es su manera de enseñarte un nuevo consejo de manera fácil y sencilla con muy buenos ejemplos. Siento que hablamos el "mismo idioma" y nos conectamos de una manera pura y cómoda, creando un espacio de confianza.

Me gusta que no te sientes juzgado ni forzado por ella y te lleva de la mano en un proceso que cada vez que avanzas te dan más ganas de seguir y el resultado es algo que sólo se puede experimentar, para poder entender lo bien que uno se llega a sentir, ya que dejas tus ideas erróneas y te basas en lo que verdaderamente es.

Después del proceso llegas a un punto donde te sientes seguro de caminar solo por ti mismo.”

Silvana García

Diseñadora de Interiores - USA

“Nunca he sido tan feliz. Por primera vez me siento totalmente amada y realizada. Primero se dio el “salto quántico” – como diría Diana – que ocurrió en mi consciencia, en mi amor propio, y segundo, por el amor que cada día disfruto plenamente en mi vida de pareja.

Ahora, seis años después de terminar este programa, volví a leer la descripción que había hecho entonces para mi paso de visión acerca del hombre que imaginaba para mi, quedé impresionada porque, hasta el último detalle, era tal y como se lo había pedido a Dios.

Las circunstancias para esta manifestación tuvieron sus retos, pero con Dios a mi lado, mucho amor, y mucha fe, lo enfrenté todo. Y tal y como Diana lo planteó, los obstáculos fueron cayendo uno por uno.

¡Amo mi vida y cada día me siento feliz escuchando los altos latidos de mi corazón!

CORAZON DERROTADO
Así visualizaba mi corazón en mis tiempos más oscuros hace unos seis años; como los restos de un animalito abandonado en una vía solitaria, atropellada de nuevo por algún vehículo que corría sin cuidado. Pero a veces, cuando entraba un rayo de luz a mi consciencia, lograba escuchar un distante sonido casi inaudible. Mi corazoncito - derrotado, exhausto y demacrado – no estaba muerto. Aun latía y quería vivir, pero sentía que cada día se fundía un poco más.

Los que me rodeaban no percibían lo que ocurría en mi interior, pues lo llevaba muy adentro. Por fuera veían a una triunfadora con cualidades positivas y buenos atributos: Buena madre, hija, hermana, amiga; servicial, con buena ética, buenos principios; exitosa a nivel profesional y económico; sociable, buen carácter y sentido del humor; saludable y atractiva.

Por un lado me sentía bendecida y satisfecha, pero por el otro un gran vacío. Sentía que mi vida no estaba completa porque carecía de un elemento vital para mi: el amor de pareja. Quería compartir mi vida con un hombre, uno que me amara, respete, apoye, cuide y que fuera un complemento para mi vida. Algo que veía en otras parejas pero que nunca había experimentado yo - por lo menos no de la manera que siempre soñé.

Llegue a sentir que quizás ese encargo era demasiado grande, y que ese hombre no existía. A veces me preguntaba, ¿Será que a Dios se le olvido hacer alguien para mí? ¿Será que no me lo merezco? ¿Será que estoy pagando por algo malo que hice en mi vida?.. Hasta ese momento el amor para mi había resultado en dolor y sufrimiento, y luego de tanto fracaso y golpe emocional me fui encerrando en una cueva para proteger mi corazón. Mientras que vivía una vida productiva y agitada, rodeada del amor de familia y buenos amigos, me sentía inmensamente sola. Una soledad, y por ende, tristeza que lenta y dolorosamente estaban matando a mi corazón.

Y fue bajo ese panorama en mi vida cuando estaba perturbada, enfrentando otra prueba emocional, que durante una conversación con mi cuñada le solté un poco de lo que estaba sintiendo. Afortunadamente, Dios es muy grande y siempre pone la ayuda a nuestros pies – pero sólo cuando estamos listos para recibirla. De inmediato mi cuñada me dijo, “tu tienes que ir a un taller de Diana Jaramillo”, un nombre que hasta ese momento no conocía, pero que pronto cambiaria mi vida a pasos agigantados. Y como cosa del destino, Diana tenía un taller programado para mujeres para el próximo fin de semana y enseguida me anoté.

MI DESPERTAR
Sólo recuerdo que no podía contener mis lágrimas desde el momento que la vi y que comenzó a hablar. Diana logró entrar a lo más profundo de mi alma. De inmediato pensé que era un ser iluminado con una facilidad extraordinaria de emitir amor, paz y serenidad.

Cada ejercicio o actividad que hicimos traspasaban las paredes alrededor de mi corazón. Sentí alivio al liberar emociones intensas y al escuchar los mensajes que nos transmitía

Diana, unos que me llevaron a una revelación. Me di cuenta que el amor de pareja no era lo único que me hacía falta en mi vida, sino que tenía un gran vacío espiritual y personal.

Me sentía sola porque carecía de una fuerte conexión con esa voz interna que siempre me hablaba, pero que descartaba cuando no me convenía o cuando prefería creer en un falso sentido de que yo misma podía controlar todo lo que ocurría en mi vida. Para mí, esa voz era Dios, y me faltaba la fe absoluta para entregarme y ponerme en sus manos en todo momento.

Por Diana finalmente entendí que esa era la única manera para realmente sentirme feliz y llenar ese vacío. Esa era la puerta para manifestar mis sueños. Lograrlo no sería fácil, pues requeriría abrirme a un cambio de consciencia total. Uno que me permitiera ver mi vida de otra manera. No tenía ni idea de cómo empezar, pero sabía que Dios me estaba poniendo un angelito por delante para que me alumbrara el camino. Claramente vi que Diana era un espejo de como yo me quería sentir, y me inspiró de forma sobrehumana a querer emularla y sentir su misma paz, su calma, y su fe absoluta. En ese momento me comprometí conmigo misma a lograrlo. Y desde entonces, los milagros no han dejado de suceder en mi vida.

LA METAMORFOSIS
Además de anotarme a todos los talleres de crecimiento espiritual que ofrecía Diana, comencé a asistir a las reuniones semanales acerca de “Un Curso de Milagros” que Diana facilita. Esto fue fundamental porque, paso por paso, me fue mostrando cómo lograr las metas que había propuesto, algo que al comienzo me parecía una tarea monumental. Comencé a examinar mi vida y mis acciones desde otra perspectiva, y empecé a liberarme de ansiedades y a soltar lo destructivo. Aprendí a cómo ver cada situación únicamente tras los ojos del amor.

Las charlas de Diana durante el curso eran deslumbrantes, pues tiene un don privilegiado para la comunicación. Posee la facilidad de mezclar conceptos sumamente elevados y universales con experiencias cotidianas. Su sentido del humor y anécdotas personales lograron que me viera identificada en cada rollo – a veces lo que nos planteaba era muy chistoso y ridículo –, pero me hacía caer en cuenta de las dificultades innecesarias y los enredos que uno mismo tiende a crear en su vida.

Poco a poco fui poniendo la voluntad de Dios antes que la mía, y a desprenderme de cualquier expectativa o resultado. De forma impresionante, comencé a notar pequeños “milagros” en mi vida que ocurrían sin esfuerzo. Pude comprobar que cuando no lo hacia, las cosas no me iban bien y me robaba la paz que había comenzado a sentir. El deseo de recuperarla me llevaba de nuevo a soltar el supuesto control que creía tener y a confiar en que todo lo que ocurría era en mi mejor interés – aunque no lo pareciera en ese momento. El impacto positivo en mi vida de todo esto, me impulso a tomar el próximo paso de mi crecimiento espiritual, y para mi uno de los más difíciles.

El Curso de Milagros fue una base imprescindible, pero estaba lista para hacer un trabajo más profundo. Y con Diana por medio de su programa de coaching, comenzamos a examinar mi vida. Identifiqué las áreas donde me sentía satisfecha, y las que no. Por supuesto le conté a Diana mis fracasos con el amor de pareja, asegurándole que nunca había tenido suerte y que simplemente esto ya no parecía estar en mi destino.

Aunque me escucho con mucha compasión, ¡Diana, ni por un segundo, acepto mi panorama tan fatal! Enseguida me aseguro que yo misma tenía el poder de atraer al amor de mi vida y que lo iba a lograr. La mire de forma escéptica, pero algo en su fe absoluta me dio esperanza.

Diana me dijo que primero tendría que deshacerme de los obstáculos que estaban evitando que ese amor llegara a mí. Parte del proceso requería remover las “piedras” que por años llevaba cargando y que estaban arrastrando mi corazón. Algunas eran en forma de falsas creencias personales que nacen por diferentes motivos, otras de dolores del alma atrapados o no expresados.

El trabajo fue duro, intenso y emocionalmente doloroso, pero el resultado impresionante. Mi alma comenzó a sentirse más ligera y más libre, y los latidos de mi corazón comenzaron a escucharse un poquito más altos. Diana me explicó que cuando uno se libera de lo destructivo tiene que llenar ese espacio con cosas constructivas. Trabajamos mucho en fortalecer mis cualidades, talentos y en programarme con creencias saludables. Parece increíble pero, sorprendentemente, a veces uno es el que más latigazos se da. Con la ayuda de Diana aprendí a ser más paciente conmigo misma y a quererme mucho más.

CONSTRUYENDO MI PAREJA IDEAL
Después de trabajar en mí, llegó la hora de visualizar mi concepto del hombre que quería tener en mi vida. Sus cualidades, como me gustaría que fuera nuestra relación y otras características. Mi tarea: hacer una lista muy detallada que más adelante utilizaría para hacerle el pedido al universo - a Dios. Aunque los milagros ya se estaban manifestando en otras áreas de mi vida, encontrar el amor de pareja me parecía inalcanzable. Diana me aseguraba que lo diera por hecho. “Sólo tienes que abrirte”, me decía. Como no tenía nada que perder, decidí tener fe.

Diligentemente comencé a hacer mi lista, tarea que le tendría que entregar a Diana una semana más tarde. Por primera vez reflexioné sobre las cualidades que eran más importantes para mí.

Pero durante la época que comencé mis sesiones con Diana, un gran amor que había terminado de forma muy dolorosa, había vuelto a contactarme y habíamos estado comunicándonos. Por un lado me dio una esperanza… ¿será que estoy manifestando una segunda oportunidad y que esta vez va a funcionar?... por otro lado, me causaba angustia. Algo no me dejaba terminar la lista. Me bloqueé. Y pasó casi toda la semana sin lograr terminarla. Quizás quería forzar a que esta persona coincidiera con mi descripción… temía terminar la lista y descubrir que esta persona no era así.

Me quedaban dos días para terminar y ya estaba agotada. De repente recibí una llamada de un amigo que había enviudado unos meses atrás. Hace varias décadas que nos conocíamos y, junto a nuestras parejas de ese momento, formamos enlaces con nuestras familias. Ahora, por primera vez, nos encontrábamos solteros a la misma vez.

La conversación duro una hora, sólo viejos amigos poniéndose al día y brindándose apoyo mutuo. Pero en cuanto colgué el teléfono sentí que algo en mí se esclarecía, y supe las cualidades que quería de una pareja. El dilema que no me permitía terminar mi lista desapareció. Confiadamente la termine y a los pocos días se la entregue a Diana. Le conté lo que me había ocurrido, que me había bloqueado pero que la conversación con mi amigo me ayudó a descifrar lo que era más importante para mí.

Diana me pregunto más sobre mi amigo, pero lo descarté porque quería hablar del tormento que sentía con mi ex. Pero Diana volvió a insistir y le explique: ‘no sé, me gustó como fluyó la conversación, fácil y abiertamente, y me di cuenta que eso era muy importante para mí. No es así con mi ex.’ Y volví a cambiar el tema.

Diana insistió de nuevo que hablemos de mi amigo, y yo, un poco incómoda, le dije: ‘mira, siempre nos hemos llevado muy bien, pero el enviudo hace poco y está pasando su proceso, y además existen enlaces entre nuestras familias. Siento que yo le gusto, y el me gusta, pero, ¡jamás me metería en esa complicación!’ Más adelante quiero que me guíes en cómo debo manejar la situación para no darle esperanzas, porque quizás me vuelva a llamar.

Fue entonces que Diana me dijo, “si no quieres hablar sobre él está bien, pero escucha bien lo que te voy a decir. No le cierres la puerta. Tu estas pidiéndole a Dios que te envíe una pareja, pero tú no sabes en qué forma se va a manifestar. No puedes descartar el hecho de que tuviste una claridad inmensa luego de hablar con el. No te digo que éste es el hombre para ti, pero quizás hay algo que tienes que aprender de el. Sólo te sugiero que no le cierres la puerta.”

Su mensaje me sacudió y lo contemple por un momento. Pero le volví a explicar todas las razones por la cuales sería una relación casi imposible. Me escuchó con la misma paciencia que siempre me muestra aunque esté hablando babosadas, y me dijo: “te entiendo, pero si él es el amor que Dios tiene para ti lo sabrás porque cada uno de esos obstáculos se van a ir desapareciendo solitos.”

Solo pensé: después de todo el trabajo que he pasado en el amor, ¡Dios no me enviaría mi media naranja en un “paquetito” tan complicado! ¿Y tan rápido? ¡Imposible!’ Pero resulta que con Dios nada es imposible. Y resulta que quiere que nunca dejemos de crecer y que la única manera que lo vamos a hacer es saliendo de nuestra zona de confort.

Mi amigo me volvió a llamar esa misma noche, y no le cerré la puerta. Comenzamos a hablar por horas y cada día…no nos demoramos mucho en darnos cuenta de que éramos tal para cual. Fue tan obvio que no lo pudimos descartar. Quizás lo sentí durante nuestra primera conversación pero temía tanto a las circunstancias que debía enfrentarme, que ya estaba lista para huirle. Sin embargo, Dios puso a Diana en mi camino para guiarme y prepararme en todo aspecto para la llegada de él. Y resulta que el amor de mi vida siempre estuvo cerca…pero aún no había llegado nuestro tiempo.

GRATITUD
Nunca he sido tan feliz. Por primera vez me siento totalmente amada y realizada. Primero se dio el “salto quántico” – como diría Diana – que ocurrió en mi consciencia, en mi amor propio, y segundo, por el amor que cada día disfruto plenamente en mi vida de pareja.

Ahora, seis años después de terminar este programa, volví a leer la descripción que había hecho entonces para mi paso de visión acerca del hombre que imaginaba para mi, quedé impresionada porque, hasta el último detalle, era tal y como se lo había pedido a Dios.

Las circunstancias para esta manifestación tuvieron sus retos, pero con Dios a mi lado, mucho amor, y mucha fe, lo enfrenté todo. Y tal y como Diana lo planteó, los obstáculos fueron cayendo uno por uno.

Cuando mi pareja me pidió matrimonio, la única persona que estuvimos de acuerdo TENIA que casarnos ¡era Diana! Y aunque Diana no se dedica a esto la convencimos para hacerlo. Y en una bella y emotiva ceremonia, rodeados de nuestros hijos y familiares, unimos nuestras vidas. Antes de casarnos nos comprometimos a continuar nuestro crecimiento espiritual – tanto individual como en pareja – y así lo hemos hecho. Hoy después de 3 años de noviazgo y 2 años de casados, mantenemos a Dios en el centro de nuestras vidas y acudimos a Él ante cualquier situación.

Diana sigue siendo mi angelito y guía espiritual y le estoy eternamente agradecida. Pero antes que todo a Dios que mueve todo en orden perfecto y que esta eternamente en mi corazón, siempre guiándome y bendiciéndome.

¡Amo mi vida y cada día me siento feliz escuchando los altos latidos de mi corazón!

Personaje Público

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